Por: LDG MP Paloma Mares Ramírez
Quiero
comenzar haciendo una reflexión acerca de esta época de consumismo y
posteriormente el nexo que identifico con el tema principal de este artículo,
el Tratado de Berna. Las
necesidades han ido cambiando conforme al tiempo y en este momento atravesamos
por una era de consumo que parece no tener límite alguno por la llegada de
nuevas respuestas, hechas productos o servicios que la sociedad continua
demandando.
A
través de la historia personas han respondido a diversas necesidades de las que
en algunos casos pudieron no tener el crédito merecido por tal labor al
beneficio de la sociedad. Sin embargo sus creaciones han cambiado en muchas
ocasiones el rumbo del futuro de la humanidad. Hoy en día nosotros nos
beneficiamos con sus descubrimientos y pasamos desapercibido el hecho de que
por ejemplo una obra, invento, etc., ha llegado a nuestras manos y nos ha
impulsado a evolucionar impactando positivamente, todo lo anterior sin haber
pagado un elevado precio por ello, pues ya es parte de la vida cotidiana. Detrás
de dichos sucesos existió en ese momento alguien que hizo posible gracias a su
ingenio que tal objeto, servicio, obra etc., en algunos casos mejore la calidad de vida . Merece por lo
tanto reconocer este hecho y otorgarle el mérito y respeto. Más no basta con el
reconocimiento, es más importante el respeto hacia lo que en esencia es algo
ajeno. No me extraña saber después de esta investigación que en algún momento
de la historia la protección hacia una obra ajena no tenía el significado que
hoy sí.
El
tratado de Berna creado el 9 de septiembre de 1886 en Berna, Suiza sitúa en
otro contexto la situación del autor de una obra otorgando al mismo el crédito
y protección que a mi parecer es justo. A nivel mundial los países
miembros formaron la Unión de Berna que
está administrado por la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad
Intelectual) que se encargan de proteger este derecho. Poco a poco se ha ido
tomando conciencia de este derecho que es una parte importante del sistema de
comercialización y consumismo como lo mencioné anteriormente. Este convenio
contiene 38 artículos que abarcan los aspectos de protección, derechos morales
etc., además contiene tres principios básicos que en resumen son los
siguientes.
- Las obras originadas
en alguno de los estados contratantes podrán recibir en cada uno de los
demás estados contratantes la misma protección que estos otorgan a las
obras de sus propios ciudadanos.
- Esa protección
no debe estar condicionada al cumplimiento de formalidad alguna.
- Esa protección
es independiente de la existencia de una protección correspondiente en el
país de origen de la obra. Sin embargo, si un estado contratante provee un
plazo más largo que el mínimo prescrito por la convención, y la obra deja
de estar protegida en el país de origen, la protección le puede ser negada
una vez que cese la protección en el país de origen.
Considero
es muy importante tomar conciencia de la importancia tanto para al autor como
para el país de donde procede la obra el gran impacto que produce la protección
y derechos del autor, ya que el mismo se ve beneficiado en su economía y
crecimiento.
En México hacen falta más autores con obras que eleven al país,
lamentablemente muchos deciden buscar el apoyo económico a sus investigaciones y
proyectos en el extranjero beneficiando por lógica a su benefactor, esto por
supuesto es otro tema extenso de abordar, más no dejo de pensar el material que
se ha ido de las manos de este grandioso país haciendo beneficio en otros lugares. Afortunadamente
el autor en varios casos ha logrado obtener los beneficios de su obra y eso fue
siempre la finalidad del tratado de Berna.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario